Cuando El Pasado Aún Duele: Cómo El Trauma No Resuelto Afecta Tu Cuerpo y Tus Relaciones
El trauma no se queda en el pasado—vive en el cuerpo, en nuestras reacciones, en nuestras relaciones difíciles y en los disparadores emocionales que no siempre entendemos. Para muchas personas en nuestras comunidades latinas e inmigrantes, nos han enseñado a seguir adelante sin mirar atrás. “Eso ya pasó” o “Hay que aguantar” son frases comunes que minimizan nuestro dolor en lugar de ayudarnos a sanar.
Pero el trauma no desaparece solo porque no lo mencionamos. Se manifiesta en formas que muchas veces no reconocemos como respuestas al trauma. Si alguna vez te has preguntado ¿Será que aún cargo heridas del pasado?, aquí hay algunas señales que podrían indicar que tienes trauma no resuelto.
1. Tu Cuerpo Está Guardando el Dolor
El trauma no solo es emocional, también es físico. Nuestros cuerpos almacenan experiencias que no pudimos procesar en su momento. Para muchas personas inmigrantes o de comunidades BIPOC, crecer en ambientes donde la prioridad era sobrevivir hizo que nuestros cuerpos aprendieran a cargar el estrés como un mecanismo de protección. Con el tiempo, esto puede provocar:
Dolor crónico en el cuello, hombros, espalda o estómago
Dolores de cabeza frecuentes o migrañas
Problemas para dormir o sentirte agotado/a sin importar cuánto descanses
Problemas digestivos (el estrés y el trauma afectan directamente el intestino)
Sensación de desconexión o entumecimiento en el cuerpo
Si creciste en un hogar donde expresar emociones no era seguro o donde siempre tenías que ser "fuerte," es posible que tu cuerpo aún esté cargando esa tensión. Esa opresión en el pecho, ese nudo en el estómago—son señales de que hay algo profundo que necesita ser escuchado.
2. Reaccionas Intensamente a Ciertas Situaciones (Disparadores o Triggers)
¿Te ha pasado que algo pequeño te hace sentir una emoción muy fuerte y no sabes por qué? Tal vez alguien levantó la voz y de repente sientes que tu corazón se acelera. O un olor, una canción o un lugar te causan ansiedad sin una razón lógica.
Estos son disparadores emocionales: respuestas físicas y emocionales al trauma no resuelto. Algunos ejemplos incluyen:
Quedarte en shock o sentir la necesidad de salir de la situación inmediatamente (respuesta de lucha/huida/parálisis)
Ponerte a la defensiva o enojarte cuando alguien te hace una crítica o comentario
Sentir ansiedad o pánico por cosas que parecen pequeñas para los demás
Evitar lugares, personas o situaciones que te recuerdan a experiencias dolorosas
Para muchas personas latinas e inmigrantes, nuestros disparadores pueden estar ligados a experiencias culturales—nos enseñaron a "respetar" a familiares que nos hicieron daño, a normalizar la violencia en el hogar o a esconder partes de nosotros mismos para no ser juzgados. Si notas que tienes reacciones emocionales muy fuertes que parecen no tener sentido, es posible que tu cuerpo y tu mente estén respondiendo a algo del pasado que aún no ha sido procesado.
3. Tus Relaciones Son Difíciles o No Te Sientes Plenamente Conectado/a
El trauma no resuelto afecta la manera en que nos relacionamos con los demás. Si creciste en un hogar donde el amor era condicional, donde los límites no existían o donde los conflictos eran peligrosos, es posible que estos patrones sigan apareciendo en tus relaciones de adulto/a. Esto puede manifestarse en:
Relaciones demasiado intensas o demasiado distantes. Te apegas demasiado rápido o te cuesta abrirte con los demás.
Complacer a los demás a costa de tu bienestar. Pones las necesidades de los demás primero, incluso cuando te duele.
Dificultad para confiar. Siempre sientes que las personas te van a lastimar o abandonar.
Relaciones agotadoras. Te involucras con personas a las que sientes que debes "arreglar" o rescatar.
Muchos de nosotros crecimos con la idea de que amar significa sacrificarse, porque eso fue lo que vimos en nuestros hogares. Vimos a nuestras madres y abuelas soportar relaciones tóxicas porque “así es la vida.” Pero sanar significa aprender que el amor no debe costarnos nuestra paz.
Sanar Es Posible
Si esto resuena contigo, quiero que sepas algo: No estás roto/a. Estás reaccionando a experiencias que tu cuerpo, tu mente y tu corazón aún no han podido procesar. Y no tienes que hacerlo solo/a. La terapia, las prácticas de sanación corporal (como EMDR, respiración consciente o terapia somática) y el apoyo comunitario pueden ayudarte a trabajar estas heridas de una manera que honre tu historia y tu proceso.
En nuestras comunidades, cargamos tanto—trauma generacional, dolor no hablado, la expectativa de ser "fuertes" todo el tiempo. Pero sanar es resistencia. Elegir ver y procesar tu trauma es un acto de amor propio y de liberación.
Mereces sentirte seguro/a. Mereces sentirte completo/a. Mereces sanar.
Si estás listo/a para comenzar tu proceso de sanación, aquí estoy para apoyarte. 💛✨